01 abril 2011

Garrotín del viento fresco.

Por la Cuesta del Caidero
una niña vi pasar.
Sabía que era veneno,
pero me quise envenenar.

Si el mundo un día se parara
y lo hiciera a voluntad,
pudiendo ver yo tu cara,
eso a mí que más me da.

Pregúntale al cielo raso,
que el cielo te contará,
las malas noches que paso
pensando dónde andarás.

Mi mujer ya no es mi mujer
que es la mujer de un cualquiera.
Lo cierto es que nunca lo fue.
Ay, madre mía, que pena.

Al garrotín, al garrotán,
a la Cuesta del Caidero no voy más.