12 noviembre 2009

El amor propio.

Si alguien nos dice ¿Quieres otra vida
con otro rostro, el negro vuelto blanco,
lo triste alegre? No, le respondemos,
quiero sólo mi vida, mis pesares,
mi autoridad, mi sino. Y esta cara,
estos miembros, la altura en que ha crecido
mi propio nombre. Nada de lo ajeno
me compete alumbrar, yo mismo, el alma
de mi carne, sus rasgos distintivos,
estos ojos, la boca que me dieron,
y la forma precisa de mi mano
y el sonar de mi voz. Cuerpo que un pulso
me da y recibe, un pulso peligroso,
un afán insaciable, ser conmigo
lo único posible, un alma errante
fijada por mis pies a la ancha tierra.
Por mis pies el mensaje que me asciende
de la planta al cerebro. Ser un hombre,
un hombre escuetamente aunque vencido.

Juan Gil-Albert. Homenajes e In promptus, 1976.