26 febrero 2013

Una piedra.

Quisiera ser más bien como una piedra
como una de esas brillantes escamas
que coronan el monte
y es hogar de ventiscas
de lluvias torrenciales
de erupciones volcánicas
y se quiebra y se desgasta
y queda a veces sepultada entre otras muchas cosas
y siempre es ella piedra.

Quisiera ser más bien como una piedra
como uno de esos pedazos del mundo
que alguien lanza en domingo
contra el arco de una ola
y una bestia devora dos mil años más tarde
recorre un lento y ácido intestino
y es devuelta de nuevo al lecho oceánico
y sigue siendo aquella misma piedra.

Quisiera ser más bien como una piedra
como un canto rodado
que un día fue arrastrado en la corriente
y bien pudo amanecer en la muralla china
o en el florido altar de un templo griego
o señalando la tumba de un sabio
o qué sé yo tal vez no cese nunca
y viaje a otro planeta
y allá donde aparezca
no sea sino piedra.