Llevo la redondez de tu frente
prendida en la retina
como una mancha solar
que adorna brillante el desvelo,
la noche polar
en el envés de los párpados,
un altiplano nevado de yeso.
Temo volver a verte
y que sólo el arco de tus cejas,
fino y tenso sol naciente,
queme mis ojos por completo.