Ya se alza la noche
– negro párpado –
y huye de súbito el héroe
que ha surcado victorioso
valles, océanos y galaxias.
El día se abre como una flor de luz idéntica
que inunda sigilosa los ojos del náufrago.
En la penumbra,
justo antes de extinguirse el sueño,
allí donde aún no existe orden, razón ni métrica,
héroe y náufrago
se abrazan.