Te hago como quiero,
a mi antojo y medida:
exactamente imperfecta,
estrictamente impura.
Como el color de la noche,
como el fulgor del día.
La sombra que cubre el globo terrestre,
el rayo que incide en la faz del agua.
Así te hago,
cárcel y manto,
labio y espada,
sin división ni partes:
con todo el oro
y todo el barro de la vida.