Qué lástima que otros no puedan verte a solas.
Eres tan ridículo.
Vas a misa y en voz baja omites
algunas frases del credo
porque tú ya eres leído
y has hallado inconvenientes.
Qué listo te crees
y qué tonto eres.
Hasta el más torpe microbio te da mil vueltas,
acuérdate si no cuando robaste
la cinta virgen de cromo en El Corte Inglés
y te cazaron.
Que nadie te entiende me dices lloroso.
(crees merecerte algo especial).
No soporto esa pose tuya
de niño tímido y afectado.
Fíjate ahora:
esta no es más que otra de esas maniobras.
Descruza ya las piernas
y afloja el último botón de tu camisa;
a mí no me engañas:
eres una bestia capaz de asir y destrozar
el cuello de cualquiera.
Pero te advierto una cosa:
tú no te escapas;
tarde o temprano
ajustarán la cuenta de las que mataste callando.
Y yo tendré que pagarla.