Las islas descubiertas
en la infancia
que el tiempo fue reconquistando,
el dolor de tibias
de las tardes de fiebre
y la mano moribunda
de la abuela Ana
deslizándose en mi frente;
los naufragios
de la adolescencia
con sus tesoros aún a la deriva,
un beso indeleble y gratuito,
el único que no me han cobrado,
y tantas horas de mérito
por este presente fraudulento;
qué hallaré
en los años que restan
si son ya como si hubieran sido
o nunca fuesen,
porque vivir
más allá de este momento
(ese momento en que escribí
e-s-t-e-m-o-m-e-n-t-o)
es como vivir inútilmente.