La boda tuvo lugar en un alborotado juzgado de paz. Solo William y Edith acudieron a la ceremonia; la jueza, una gris mujer arrugada de gesto ceñudo, trabajaba en la cocina mientras se celebraba la boda, saliendo cuando había terminado, solo para firmar los papeles como testigo. Fue una tarde fría y sombría; la fecha era 12 de diciembre de 1941.
Cinco días antes de celebrarse la boda los japoneses habían bombardeado Pearl Harbour; William Stoner contempló la ceremonia con una mezcla de sentimientos que no había tenido antes. Como otros muchos que vivieron aquella época, estaba absorto por lo que solo podía concebir como pasmo, aunque sabía que era un sentimiento compuesto de emociones tan profundas e intensas que no podía reconocerse porque no podían compartirse. Era la fuerza de una tragedia colectiva lo que sentía, un horror y una aflicción tan penetrante que las tragedias privadas y los infortunios personales eran expulsados hacia otro estado del ser, aunque se intensificaban por la inmensidad de lo que estaba teniendo lugar, como el efecto conmovedor de una tumba solitaria se intensifica por el gran desierto que la rodea. Con una pena que era casi impersonal observó el triste ritual del matrimonio y se conmovió extrañamente ante la belleza pasiva e indiferente del semblante de su hija y la indolente desesperación del rostro del muchacho.
Después de la ceremonia los dos jóvenes se subieron lúgubres al coche de Frye y se fueron a San Luis, donde aún tendrían que enfrentarse con otro grupo de parientes y con el lugar en el que tendrían que vivir. Stoner los vio alejarse del edificio y solo pudo pensar en su hija como en una niña pequeña que una vez estuvo sentada a su lado en una habitación lejana y que le miraba con deleite solemne, como en una dulce niña que había muerto hacía tiempo.
Dos meses después de la boda, Edward Frye se alistó en el ejercito, Grace decidió quedarse en San Luis hasta que naciera el bebé. A los seis meses Frye había muerto en la playa de una pequeña isla del pacífico, uno de tantos nuevos reclutas enviados en un esfuerzo desesperado por detener el avance japonés. En junio de 1942 nació el bebé de Grace, un chico, que fue llamado como su padre al que nunca vería y al que nunca amaría.
John Williams. Stoner, 1965.