Hoy es el último día del verano.
El sol del ocaso se filtra entre los cipreses
y salpica motas iridiscentes
en el sendero de piedra; negras golondrinas
maniobran y planean a ras del agua
sobre la alberca; una chicharra emite
incansable su canto monofónico.
Hay en todo ello una regla, un código,
una suerte de lengua furtiva y confusa,
el hilo de una voz remota que secretamente
pretende desvelarme el único misterio.