Llueve como siempre llueve en septiembre,
sonoramente, con violencia.
Lluvia vertical y gruesa
rompe sobre los tapiales,
sobre los álamos, contra las tumbas.
Cuando vienen a verme,
sus manos, sus ropas, sus cabellos
aún conservan lívidos
el tibio vapor de la tierra.
Atávico e impenetrable,
percibo en ellos,
huelo apenas su mundo.